La loi du marché

Stéphane Brizé escribe y dirige este drama social que está protagonizado por Vincent Lindon, su actor fetiche, quien se llevó el premio a mejor actor en el reciente Festival de Cannes.

Estreno: Tras su paso por Cannes, y su estreno en algunos países de Europa, no hay rastro por ahora de su llegada a España. Actualmente, se ha proyectado en los Festivales de Nueva York y Londres.

Sinopis: Thierry, un hombre de 51 que perdió su empleo, busca trabajar activamente de lo que sea para poder mantener a su familia. De esta manera, encuentra un trabajo como encargado de seguridad en un centro comercial que le llevará a un dilema moral: ¿Debemos aceptar cualquier cosa con el fin de trabajar?

Crítica: Debido a la grave crisis económica que vive Europa en la actualidad, se han hecho muchas peliculas para denunciar la situación de miles de familias que no tienen recursos suficientes para poder vivir dignamente. El año pasado en Cannes se presentaron dos películas que trataban este tema; la belga Dos días y una noche, de los hermanos Dardenne y protagonizada por Marion Cotillard – papel que le valió para llevarse el premio a mejor actriz en dicho festival y una nominación a los oscars -, y la española Hermosa juventud. La primera tocaba algo tan delicado como es el despido y la segunda hacía una reflexión sobre la juventud actual que no tiene estudios y es incapaz de adentrarse en el mundo laboral. Las tres películas dan una visión de estos problemas desde una perspectiva cuasi documental.

El director pone la cámara al hombro de Vincent Lindon y se encarga de probarle una y otra vez para ver si tiene la resistencia necesaria que requiere el mundo actual. Así, tendrá que vivir humillaciones en entrevistas de trabajo, ver cómo le critican en una práctica de un curso que no vale para nada, aguantar discusiones sobre el precio de una pequeña casa de verano que puso a la venta pero que los interesados no quieren ofrecerle mas de un cantidad irrisoria, etc. Además, y para ponerle más obstáculos en su vida, tiene un hijo discapacitado que requiere de muchas atenciones, pero, justamente, será él y su mujer los que le den la fuerza suficiente para seguir luchando en busca de un trabajo.

Tras una pequeña elipsis, nos encontramos a Vicent Lindon trabajando como encargado de seguridad en un gran almacén y en ese momento se dará un giro completamente. Será él quien tenga que humillar, por motivos laborales, a las personas que pilla robando. Entonces aquí se encuentra con el dilema moralque plantea la película: ¿Tiene que realizar actos que están encontra de sus principios para mantener el trabajo?

Stéphane Brizé propone un estilo realista, rozando el documental, con actores no profesionales salvo el portagonista. Con cámara en mano y sin banda sonora, siempre estamos pegados a Vincent para que veamos todo como si fuéramos él. Entra pronto en las escenas y sale tarde de ellas, y es en estos momentos donde más se muestra la sensación de realidad.

Se aleja del sentimentalismo barato aunque toma decisiones que pueden tambalear esta visión naturalista. La enfermedad del hijo y el suicidio de una compañera de trabajo torpedean un poco este trabajo honesto sobre una realidad que viven muchos trabajores.

Nota: 7/10

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